martes, 22 de junio de 2010


Playa Herradura, Jacó, Ceiba (18-01 al 7-02-2010)

Pasamos por Orotina y el próximo destino fue Playa Herradura. Un justo premio a tanto desgaste: la bajada a la playa nos reconfortó y festejamos con una increíble puesta de sol la sensación de haber cumplido con la primera meta.

Aunque en realidad las metas nos las proponemos todos los días, cada una a su debido tiempo: se trata de avanzar hasta donde lo decidan las ganas, la curiosidad, el deseo y Nahuel, por supuesto. Él ya era uno con el viaje, el camino y las bicicletas, emocionaba ver su alegría sincera cada vez que anunciábamos “¡A seguir viaje!”. Él es el motor que nos impulsa a seguir camino, es la verdadera energía. Se maravilla a cada paso y demuestra la fuerza de un guerrero, no desfallece ante el calor, las horas de viaje ni el ritmo de la marcha...

En Herradura pensábamos parar una noche pero conocimos a tres familias que se habían instalado hasta con cocina a gas y...nos dejamos adoptar. Conocimos mucha generosidad desinteresada: la familia Porras-Dávila tenía siempre la mano extendida con gallo pinto, café por la mañana y pescado frito por las noches. Nahuel disfrutó con seis niños de diversas edades que lo cuidaban como si fuera el hermanito menor. El arrullo de las olas nocturnas y el encanto del atardecer en el Pacífico nos atrapó, vivimos -literalmente- sobre la arena durante 7 días maravillosos.

Después de una semana decidimos pedalear 4 km más hasta Jacó para participar del Festival de Artes 2010 organizado por Hugo, Anahí, entre otros. Son amigos argentinos que hace 7 años que viven allí y, aunque esa ciudad no les pertenece originariamente, sienten la inquietud de darle una identidad cultural a un lugar que han visto cambiar a una velocidad vertiginosa ante el desconcierto y el dolor del lugareño. Jacó es una ciudad que en poco tiempo fue trasformada -arrasada- por el turismo.

Disfrutamos del mar todos los días, las olas seguían siendo nuestra música de fondo ya que vivíamos a 50 metros de la playa. Nahuel iba convirtiéndose en pez, las escamas comenzaron a surcarle la piel...
Participamos del festival del 29 al 31 de enero y así nació la Compañía Tricletas (aún sin nombre en ese momento): por primera vez compartimos escenario Luciano y yo. Nahuel comenzaba a aceptar el hecho y sólo manifestaba el reclamo ensuciando sus pañales nocturnos 2 minutos antes de salir a escena...

De Jacó nos encaminamos a Puntarenas pasando por Ceiba, un pueblito de unas 2 cuadras de largo, donde nos hospedó Víctor Salazar Porras y su familia. Este señor, un policía retirado, vivía en lo que había sido la estación de policía y parada del tren que hacía 6 meses había dejado de circular. Como llegamos el día de las elecciones presidenciales, ligamos un plato de comida pagado por la que en horas se convertiría en la señora presidente de Costa Rica, Laura Chinchilla.

Fue muy difícil para mí comprender la relación entre hombres y mujeres ya que nosotras somos borradas del mapa en diversas ocasiones, a veces por machismo, otras por respeto...al “macho”. En reiteradas ocasiones los hombres saludaban a mi compañero y ni me volteaban a ver, dejándome con la mano extendida o con mi saludo desvaneciéndose en el aire. Acto seguido, estallaba en colores y chisporroteos de cólera.
Esas situaciones se repetían sobre todo el el campo. Una vez, estábamos sudando la gota gorda en una cuesta que debíamos subir caminando a paso de hombre cansado (porque apenitas avanzábamos), íbamos parando cada 20 mts porque era realmente empinada y llegamos hasta donde había 7 hombres trabajando en la ruta que... se quedaron mirando...No sólo eso, empezaron a caminar atrás nuestro ...un largo trecho siguiéndonos... no entendíamos qué pasaba, ¡no necesitábamos guardaespaldas sino brazos que nos ayudaran a empujar la carga! Cuando uno de ellos, con cierta timidez se adelantó y pidió permiso a Luciano para ayudarme a empujar la bici, comprendimos que era “respeto” o algo así. Desde ese momento empezamos a interpretar desde otro lugar la “invisibilidad” en el que las mujeres éramos sumergidas, pero creo que hay cuestiones de género mucho más fuertes que no llegamos a detectar.

A la gente en general le cuesta aceptar que simplemente viajamos en bici y que tal vez pensamos algo diferente.
Un señor que nos paró en el camino para ofrecernos generosa y desinteresadamente un lugar donde poner la carpa, se acercó varias veces hasta nosotros para interrogarnos y exponernos sus conclusiones al tratar de encasillarnos en alguna categoría. La conclusión final fue la siguiente:
“Si no son gitanos, entonces la única razón de vivir así es que huyen de familias disfuncionales...”
Cuando preguntamos a qué se refería, dijo:
“Huyen de la droga o el maltrato en su familia. No hay otra forma para que viajen así”.
Se desilusionó cuando le dijimos que no era ese el motivo y nos vimos en la estúpida situación de querer convencerlo que veníamos de familias bien constituidas, que nuestros padres hacía como 40 años que estaban juntos y que éramos unidos y...y...Cuando nos escuchamos decir tantas bobadas dejamos de hablar y nos arrepentimos de no haberle dicho que tenía razón.

La cuestión religiosa puede ser determinante en una relación, hubo quienes nos preguntaban si éramos católicos o creíamos en Dios sin dejar margen a una respuesta negativa. La mayoría espera que justifiquemos nuestras andanzas con el cumplimiento de una promesa o una penitencia.

Cómo explicar la fuerza de un sueño, la fe ciega en que nada es imposible. Cómo evitar los oídos incrédulos al hablar del mensaje de amor, libertad y vida que queremos transmitir a nuestro hijo. Cómo no ser mirados como extraños cuando decimos que es la manera que encontramos para estar con nuestro pequeño las 24 horas sin educadores intermediarios. Cómo convencer a la gente de nuestra enorme riqueza inmaterial...

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