martes, 22 de junio de 2010

Santa Teresa (25 al 28-02-2010)

Llegamos a Santa Teresa, ciudad playera, turística, de surf...Detrás de la frivolidad hay un mundo auténtico al que tuvimos la suerte de asomarnos de la mano de Minor y Milena (dos luchadores de la educación de quienes hablamos en “Función en Santa Teresa”).

Estuvimos recorriendo esta ciudad de punta a punta intentando conseguir un hospedaje alternativo al que se le da al gringo en cabinas rodeadas de una onda ecológico-mística que no es accesible a nuestro bolsillo. Los campings no existen y la gente a la que acudimos se excusó de mil maneras llorando una crisis que no veíamos, culpando de eso al gringo al que despluman y rodeados de lujos que celan con un egoísmo inquebrantable...

Sentados en la playa junto a las bicis disfrutábamos de un pic-nic mientras reflexionábamos acerca del error de querer forzar nuestra suerte. Concluimos que debíamos pagar costos injustos por estar entre gente mezquina y rodeada de riquezas, y dejar fluir...De pronto, un húngaro mayor, de pelo largo y tatuado por donde lo miráramos, nos pidió permiso en un costoso español para sacarnos una foto, mientras repetía emocionado: “A mi mamá le va a gustar”. Entre las risas al ver a aquél grandote tatuado pelilargo, tan lejos de su país y pensando en su mamá, se nos fue alejando el enojo...El húngaro se fue pronto, pero regresó en el momento menos pensado para agradecernos la foto con un billete por el valor exacto de lo que salía una noche en una cabina de Santa Teresa...Esta vez el ángel tenía tatuajes y arrugas...





Seguimos hasta el río Ario, donde acampamos solos y felices, después de atravesar kilómetros de playa junto al mar, escapando de un supuesto Tsunami que estaba pronosticado (huellas paranoides por el ocurrido en Chile, que ignorábamos hasta el momento). Esa noche sólo debimos espantar en varias oportunidades a 6 caballos que galopaban alrededor de nuestra tienda y no nos dejaban dormir muy bien. nos estaban dando, tal vez, la bienvenida.  La naturaleza nos rodeaba y protegía, generosa, recibiéndonos abierta y dando a manos llenas.


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