martes, 22 de junio de 2010

Puriscal, Turrubares (15/16/17-01-2010)

El segundo día llegamos a Puriscal. El camino seguía cuesta arriba y la confianza, también. Una familia nos paró en la calle y nos ofreció ir a su casa a cenar y pasar la noche. Los seguimos sin salir de nuestro asombro. La familia Arias fue muy hospitalaria con nosotros: nuestros primeros ángeles del camino. Nos habían visto en un reportaje en la tele (que no sabíamos que existía)...a la gente la tv le inspira confianza...así que aprovechamos (en el buen sentido de la palabra) esta “garantía de buena gente” y lo pasamos muy bien.

Observábamos cómo Nahuel los aceptaba de manera inmediata y se involucraba afectivamente con estos nuevos e inesperados amigos. Era una buena señal. Confiábamos en que nuestro verdadero angelito del camino entendería de qué se trataba todo esto y nos sorprendió percibir que ya lo sabía, desde mucho antes que nosotros. El camino se abría aún más iluminado.

Al día siguiente no pudimos subir a las bicicletas porque nuestros cuerpos no resistieron el cálido pero pesado desayuno tico: huevos fritos, frijoles fritos, plátanos fritos, salchichón, café con leche y otras delicias no aptas para ciclistas. Se nos hicieron las 8 y el sol castigaba...como nuestro sentido del tiempo estaba empezando a cambiar, decidimos que nada nos obligada a seguir ese día y buscamos a don Eladio Jiménez que nos había ofrecido un espacio saliendo de la ciudad, ahí nos quedamos. Dedicamos la tarde a conectarnos con la naturaleza y compartir de manera más íntima y en familia esta experiencia que nos sacudía.

A la mañana siguiente seguimos para Turrubares. En el camino nos cruzamos con un grupo de 8 motoqueros que nos saludaron a su paso mientras solucionábamos la primera pinchadura y más adelante nos estaban esperando: nos hicieron señas desde una soda para invitarnos a desayunar. Este grupo de hombres amigos dedicaba un domingo al mes para salir a hacer kilómetros en moto simplemente por el placer de desplazarse en ese vehículo. Otra manera distinta de viajar, muy diferente a la nuestra, pero nos acercó el sentimiento mutuo de solidaridad viajera.

En Turrubares y Orotina paramos en la policía. En Costa Rica encontramos una policía diferente de la que estamos acostumbrados en nuestro país. Varias veces fue la única institución que nos dio una mano y tuvimos el costoso trabajo de hacer que en cierta medida nuestros prejuicios se corrieran un poquito y nos dejaran al menos reconocer este hecho: no nos negaron un espacio para dormir (excepto en San Francisco de Coyote) como sí lo hicieron bomberos (excepto en Liberia), la Cruz Roja (excepto en Santa Cruz) y la iglesia (excepto en ninguna parte).

Vista del Alto y fiestas patronales en Turrubares

1 comentario:

  1. claro este blog va como los grandes, éxitos y nahuel fabi de una pueden dar talleres de modelar, claro esta que luciano es el fotógrafo estrella...

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